miércoles, 1 de octubre de 2008

SUCEDIO LO IMPENSABLE BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS

Sucedió lo impensable

 

Boaventura de Sousa Santos

 

Agencia Carta Maior. El Estado dejó de ser el problema para volver a ser la solución; cada país tiene el derecho de hacer prevalecer lo que considera de interés nacional contra los dictámenes de la globalización; el mercado no es, por si mismo, racional y eficiente, apenas sabe racionalizar su irracionalidad e ineficiencia mientras estas no alcancen el nivel de autodestrucción..

 

 

 

 

 

La palabra no aparece en los medios norteamericanos, pero se trata de eso:

nacionalización. Frente a las quiebras ocurridas, anunciadas o inminentes de importantes bancos de inversiones, de las dos mayores sociedades hipotecarias del país y de la mayor aseguradora del mundo, el gobierno de los Estados Unidos decidió asumir el control directo de una parte importante del sistema financiero.

 

 

 

La medida no es inédita pues el gobierno intervino en otros momentos de crisis profunda: en 1792 (durante el  mandato del primer presidente del país), en 1907 (en este caso, el papel central en la resolución de la crisis le correspondió al gran banco de entonces, J.P. Morgan, hoy, Morgan Stanley, también en riesgo), en 1929 (la gran depresión que duró hasta la Segunda Guerra Mundial: en 1933, 1000 norteamericanos por día perdían sus casas en manos de los bancos) y 1985 (las crisis de las sociedades de ahorro).

 

 

 

Lo nuevo de esta intervención en curso es  su magnitud y el hecho de que ésta suceda después de treinta años de evangelización neoliberal conducida con mano de hierro a nivel global por los Estados Unidos y por las instituciones financieras que ellos controlan, FMI y el Banco Mundial:

mercados libres y, por ser libres, eficientes; privatizaciones; desregulaciones; Estado fuera de la economía por ser inherentemente corrupto e ineficiente; supresión de restricciones a la acumulación de la riqueza y a la correspondiente producción de miseria social.

 

 

 

Fue con estas recetas que se "resolvieron" las crisis financieras de  América Latina y de Asia y que se impusieron ajustes estructurales en decenas de países. Fue también con ellas que millones de personas fueron lanzadas al desempleo, perdieron  sus tierras o sus derechos laborales, tuvieron que emigrar.

 

 

 

A la luz de todo esto, sucedió lo impensable: el Estado dejó de ser el problema para volver a ser la solución; cada país tiene el derecho de hacer prevalecer lo que considera de interés nacional contra los dictámenes de la globalización; el mercado no es, por sí mismo, racional y eficiente, apenas sabe racionalizar su irracionalidad e ineficiencia mientras estas no alcancen el nivel de autodestrucción. El  capital tiene siempre al Estado a su disposición y, de acuerdo a los  ciclos, actúa  por la vía de la regulación  o por la vía de la desregulación. Esta no es la crisis final del capitalismo y, aunque lo fuera, tal vez la izquierda no sabría que hacer con ella, tan generalizada fue su conversión al evangelio neoliberal.

 

 

 

Mucho continuará como antes: el espíritu individualista, egoísta y antisocial que anima al capitalismo; el hecho de que la factura de las crisis siempre las paga quien en nada contribuyó para generarlas, es decir,  la aplastante mayoría de los ciudadanos, ya que es con su dinero que el Estado interviene y muchos pierden el empleo, la casa y la pensión.

 

 

 

Pero mucho más cambiará. Primero,  el declive de los estados Unidos  como potencia mundial alcanza un nuevo nivel. Este país acaba de ser víctima de las armas de destrucción financiera masiva con que agredió a tantos países en las últimas décadas y la decisión "soberana" de defenderse fue al final inducida por la presión de sus acreedores extranjeros (sobretodo chinos) que amenazaron con una fuga que sería devastadora para el actual *american way of life*. (Modo de vida americano)

 

 

 

Segundo, el FMI y el Banco Mundial dejaron de tener la menor autoridad para imponer  sus recetas, pues siempre usaron como calibre una economía que se revela ahora fantasma. La hipocresía de los dobles criterios (unos válidos para los países del Norte global y otros válidos para los países del Sur

global) está expuesta con una crudeza impresionante. De aquí en adelante, la primacía del interés nacional puede dictar, no solo protección y regulación específicas, sino también tasas de intereses subsidiadas para apoyar industrias en peligro (como las que el Congreso de los Estados Unidos acaba de aprobar para el sector automotriz).

 

 

 

No estamos delante de una desglobalización, pero estamos ciertamente delante de  una nueva globalización post-neoliberal internamente mucho mas diversificada. Emergen nuevos regionalismos, ya hoy presentes en África y en Asia pero sobretodo importantes en  América Latina, como el que se acaba de consolidar con la creación de la Unión de las Naciones del Sur (UNASUR) y el Banco del Sur. A su vez, la Unión Europea, el regionalismo mas avanzado, tendrá que cambiar el curso neoliberal de la actual Comisión si no quiere tener el mismo destino que los Estados Unidos.

 

 

 

Tercero, las políticas de privatización de la seguridad social quedan

desacreditadas: es éticamente monstruoso que sea posible acumular ganancias fabulosas con el dinero de millones de trabajadores humildes y abandonarlos a su suerte cuando la especulación no resulta. Cuarto, el Estado que regresa como solución es el mismo Estado que fue moral e institucionalmente destruido por el neoliberalismo, el cual hizo todo lo que hizo para que su profecía se cumpliese: transformar el Estado en un antro de corrupción.

 

 

 

Esto significa que si el Estado no fuera profundamente reformado y democratizado en breve será, ahora si, un problema sin solución. Quinto, los cambios en la globalización hegemónica van a provocar cambios en la globalización de los movimientos sociales que se van a reflejar seguramente en el Foro Social Mundial: la nueva centralización de las luchas nacionales y regionales; las relaciones con Estados y partidos progresistas y las luchas por la refundación democrática del Estado; contradicciones entre clases nacionales y transnacionales y las políticas de alianzas.

 

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